jueves, 13 de septiembre de 2007

ALGO POR HACER



Los niños salieron del estanco cogidos de la mano, su mama habia dicho a la hermana mayor, que no soltase al pequeño porque lo podía coger un coche. Aquel Domingo de Octubre, era día de San Rafael y la localidad estaba en fiestas celebrando el día de su ángel guardián. La niña miro al cielo del mediodía y empezaron a andar hacia su casa, a pocos pasos en la puerta de un bar el dueño tomaba el sol aprovechando que no tenia clientela. De pronto la pequeña sintió que algo estaba ocurriendo, el sol se nublo y un viento desagradable comenzo a soplar cada vez mas fuerte. Al pasar por el lado del hombre del bar, vieron como este metía la silla en el local y se proponía a cerrar la puerta, pero el aire soplaba cada vez mas fuerte y la niña asustada apretó la mano de su hermanito para empezar a correr, no les dio tiempo porque porque el hombre salio del bar corriendo los cojio y los metió dentro cerrando la puerta con fuerza. No muy lejos de allí, una familia se disponía a almozar el el patio de la casa, una paella como era tradición, la acababan de poner en la mesa cuando el día cambio de color y el viento empezó a escucharse mas que de costumbre.

La abuela soltó los cubiertos y miro a la pareja que estaba con ella, la mujer gritaba a su marido._ los niños Rafael, los niños._, el hombre salio corriendo a la calle en busca de sus hijos. El fuerte viento se había convertido en un pequeño tornado y hacia años un familiar de los niños que estaba trabajando en el campo, se ahogo en el rió porque otro tornado lo había arrastrado hasta el agua. El hombre corría en contra del viento subiendo una calla y por su cabeza pasaban tejas que el viento desprendía de los tejados de las casa, ramas cortadas de los árboles, trozos de plástico, papeles y hasta ladrillos sueltos que el viento levantaba y hacia volar pero el seguía corriendo con la fuerza que da el amor de un padre a sus hijos.
El dueño del bar miraba a través de los cristales de la puerta como pasaban volando las cosa que el aire levantaba y a lo lejos diviso al hombre que penosamente avanzaba en dirección contraria, cuando estuvo cerca abrió la puerta haciéndole señas para que supiera que los niños estaban allí. El pequeño con sus tres añitos apenas se había dado cuenta de nada, pero su hermana unos años mayor estaba tan asustada que el sonido del llanto se le había ahogado en la garganta y solo las lágrimas resbalaban por su carita antes sonrosada y ahora blanca por el miedo.

Todavía tenia a su hermanito cogido de la mano, y estaba dispuesta a no soltarlo pasase lo que pasase. Cuando vio entrar a su Papa se abrazo a el tan fuerte como sus fuerzas le permitieron, y en aquellos brazos fuertes el llanto apareció y el miedo poco a poco se fue yendo, porque sabia que ahora ya no estaban solos, su Papa había desafiado al tornado para llegar hasta ellos y llevarlos de regreso a casa.

Hubo muchos huracanes en la vida de aquel hombre, algunos lo hicieron caer y hasta lo revolcaron por el fango. Pero siempre contó con el amor incondicional de su familia. Enseño a sus hijos que no es malo caer, cuando uno se sabe levantar y que el camino como dice el poeta se hace andando y muy poquito a poco

Mi querido papa todo el cariño que me distes lo guardo en mi corazón como un tesoro inmenso, y cuando me siento sola, o el mundo gira demasiado deprisa cierro los ojos y siento que estas a mi lado para protegerme.
Pero a veces cuando el día se nubla y el viento empieza a soplar echo de menos tus fuertes brazos para poder cobijarme en ellos y que el miedo desaparezca
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Te quiero tanto...

Vanadis

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